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Artistas escénicos se preparan camino al MICSUR 2028 en Cuenca

El 5 de noviembre de 2024, diferentes colectivos, artistas y grupos de las artes escénicas realizaron el primer encuentro proyectivo con miras a la participación MICSUR 2028. Este evento tuvo lugar en el Teatro Nacional Sucre y contó también con la presencia de representantes del Ministerio de Cultura y Patrimonio, la Prefectura de Pichincha, el Núcleo Pichincha de la Casa de Las Culturas, así como representantes del Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación, que participaron de este encuentro encabezados por su Director Ejecutivo, Jorge Carrillo Grandes. 

Los convocantes, artífices de su propia historia en el ámbito de las artes escénicas, han recorrido un camino de experiencias plurales que les han determinado a unirse en torno a una necesidad compartida: organizarse para forjar las condiciones económicas, sociales y culturales que reivindiquen su práctica artística como un medio de trabajo digno.

A su vez, la representatividad institucional se tradujo en la manifestación de una voluntad política por parte de los funcionarios, provenientes también del campo artístico, quienes poseen una comprensión íntima de las dificultades que atraviesa el sector. Esta confluencia de intereses plantea un contexto propicio para la reflexión y la acción, en busca de una reconfiguración del panorama cultural en materia económica.

Desde la perspectiva empírica del sector artístico y la experiencia técnica de los funcionarios públicos, se planteó la consigna inicial del encuentro: la identificación colaborativa de metas comunes.

En ese primer paso se definió el objetivo de preparar al sector artístico, en consideración a las dinámicas que se producen en el ámbito económico del sector, a fin de optimizar su participación en el MICSUR 2028, que se celebrará en Cuenca.

La articulación de las diferentes visiones que se definieron en la reunión no solo busca potenciar las capacidades del sector, sino que también pretenden establecer un espacio de diálogo que permita una reflexión crítica sobre las implicaciones sociales y culturales de dicha participación, en un marco donde las relaciones de poder y capital simbólico juegan un papel determinante en la configuración de las estrategias artísticas y su inserción en un contexto económico más amplio.

Desde esta perspectiva, la riqueza de este espacio de diálogo se manifestó en la pluralidad de enfoques y reflexiones que emergieron sobre temas cruciales para los actores involucrados en este campo específico de las artes.

De esa manera, el intercambio permitió elaborar un diagnóstico que abarca las fortalezas, debilidades, necesidades y propuestas del sector, sentando así las bases para un proceso orientado a facilitar la inserción efectiva de este ámbito artístico en un evento de gran significancia.

Al abordar las inquietudes y aspiraciones de los participantes, se propició realizar un entendimiento profundo de las realidades socioculturales que caracterizan a la comunidad artística, para abrir vías para la transformación y el reconocimiento del valor del trabajo artístico.

La apertura inicial de este encuentro se dedicó a una evaluación crítica de los aprendizajes que el MICSUR celebrado en Chile dejó como estela de su proceso. Se puso de manifiesto la valiosa experiencia de otros países, donde la articulación de esfuerzos de diversos actores —incluyendo instituciones públicas y privadas, colectivos artísticos, gremios, gestores culturales y  artistas— ha mostrado su potencial. Dicho proceso colaborativo se erige como un modelo a replicar en nuestro contexto nacional, de donde brota la iniciativa de este encuentro.

La intención es fortalecernos colectivamente ante los desafíos que conlleva el reconocimiento de nuestra labor en los mercados culturales. Una labor que, bajo el prisma de nuestra época, a menudo se oscurece, pero que, a través de la unión y el diálogo, puede simplemente resurgir, desafiando tanto las normas establecidas como las expectativas que pesan sobre el arte y su valor en la sociedad, mencionó una artista del mundo de los títeres.

El análisis de las debilidades del sector exigió un ejercicio de autocrítica esencial; en ese acto se pudo desentrañar la base estructural de una situación particular con el objetivo de convertirla en un motor de transformación. Fue de gran relevancia para la discusión reconocer que existe un desconocimiento del sector respecto de aquello que se conforma en los mercados culturales. Esta carencia se identificó como una debilidad muy significativa que restringe la participación y el proceso de articulación entre los diversos actores que integran el ámbito de las artes. Por ello, se mencionó que es imperativo fomentar una mayor comprensión del mercado y la cadena de producción, a través de procesos formativos dirigidos a los artsitas, para fortalecer los procesos de colaboración y el desarrollo económico del sector.

En ese sentido, el Director Ejecutivo del IFCI, Jorge Carrillo Grandes, fue enfático en destacar la preocupación por el desconocimiento generalizado que existe respecto de la noción de mercado; señaló que la falta de una problematización de aquello que rodea este concepto es un fuerte impedimento para avanzar hacia un cambio. Según Carrillo, la definición de mercado se hace de una manera superficial, sin una comprensión adecuada de sus complejidades, y esa deficiencia comprensiva, impide, al sector y a las instituciones públicas, reconocer la existencia de una cadena de circuitos que existe alrededor de esta categoría; además, ese desconocimiento hace imposible la identificación de los diversos tipos de mercado existentes; y al mismo tiempo, no permite observar los alcances de las obras artísticas y sus inversiones. 

De esta forma, el Director Ejecutivo del IFCI, subrayó que la noción de mercado requiere un análisis profundo, y que, para ello, se debe comenzar por reconocer la fragilidad del mercado ecuatoriano en su cadena de producción. Además, afirmó que el Estado desempeña un papel fundamental en este contexto, actuando, como bien señala Carrillo, como un creador de mercados.

Esta perspectiva invitó a los participantes a realizar una reflexión crítica sobre la manera en que las políticas públicas y las iniciativas estatales pueden moldear y fortalecer el entramado cultural. Esto quiere decir que el Estado no es solo un ente regulador, sino que también es agente activo en la expansión y consolidación de un mercado que potencia la diversidad artística y el acceso a oportunidades para todos los actores involucrados.

En complementariedad de lo mencionado, uno de los participantes señaló la importancia de comprender los antecedentes que existen en la configuración de los mercados nacionales, a fin de reconocer que a través de ese conocimiento se puede fortalecer la capacidad de edificar nuestras propias soberanías. Dicha reflexión se centró en analizar la conformación de públicos, y también, en cómo se han desarrollado las experiencias locales respecto de los espacios de circulación y exhibición. En ese sentido, enfatizó en la importancia de evaluar las posibilidades de sostenimiento y fortalecimiento de los proyectos y espacios de circulación.

Adicionalmente, se planteó la necesidad de discutir sobre el significado del fomento artístico y cultural.  El enfoque de la noción de fomento es crucial para definir el sentido de la articulación entre las instituciones estatales y el sector de las artes. Aclararse en ese sentido es entrar en un proceso que aporta al sostenimiento y configuración de la cadena de producción artística. 

¿Cómo se comprende el fomento desde las instituciones estatales?, ¿está enfocado en la gratuidad para los públicos (eventos, festivales, etc.)?, ¿…o está enfocado en sostener y fortalecer la cadena de valor productiva? No hay un acuerdo entre las instituciones sobre la dimensión de este concepto, y por ello,  el sentido de su función se transforma con el cambio de funcionarios. Debemos definir con claridad este concepto con el fin de romper la idea básica que se tiene de ello en el mediano y largo plazo, mencionó un funcionario de la Casa de las Culturas.

En el contexto de esa discusión, participó también un representante del ámbito académico, profesor de la Facultad de Artes de la Universidad Central del Ecuador. El docente expresó su inquietud respecto a la interacción que existe actualmente entre el sector artístico y las instituciones estatales; sobre todo, en complementariedad a lo dicho sobre la falta de claridad respecto de la noción de fomento. En ese sentido, planteó una interrogante crítica acerca de la viabilidad de establecer un mercado sostenible que permita reformular la dependencia económica que tienen los artistas con el Estado. 

La intervención del académico reavivó el debate sobre la complejidad inherente a la conceptualización de mercado, añadiendo una nueva dimensión a la discusión ya en curso.

Una de las debilidades identificadas en el sector de las artes escénicas es la tendencia que existe en el país a percibir los mercados como si fueran eventos aislados, en lugar de procesos sostenibles. En este contexto, se destacó la urgente necesidad de establecer espacios permanentes de encuentro que faciliten la colaboración entre grupos artísticos y gestores culturales, promoviendo así la generación de proyectos conjuntos que fortalezcan el ecosistema cultural.

Para ello,  se consideró la necesidad de construir las condiciones para el fortalecimiento de mercados, fortalecer mercados nacionales, entendidos como ecosistemas que permitan que ese mercado florezca por medio de incentivos, fondos, inversión privada, entre otras acciones y estrategias que permitan articular lo público y lo privado. 

De esa manera se puso de manifiesto las deficiencias que existen en la gestión cultural, la producción artística y la comercialización de las obras. Se destacó la necesidad de implementar estrategias de sostenibilidad y gestión de públicos, así como modelos orientados a la cadena de valor de las artes. En ese sentido, la reflexión autocrítica se centró en evaluar la gestión de los artistas, quienes, al distanciarse del mercado, niegan la dimensión laboral de su trabajo. Esta desconexión genera un entorno informal y desarticulado, especialmente en lo que respecta a las dinámicas económicas del sector.

Por otra parte, se  resaltó la carencia de especialidades en la gestión de las artes y la cultura, dado que la ausencia de programadores internacionales y distribuidores de artes escénicas es un limitante de la estructura del sector en términos de mercado.  En ese sentido, se definió la necesidad de generar procesos de formación, intercambio y asesoría que permitan al sector fortalecer sus capacidades con miras a tener una participación exitosa en el MICSUR 2028. 

Además, se mencionó que los procesos de formación se deben orientar a transformar las capacidades del sector respecto de sus modelos de gestión, en relación a la lógica de la cadena de valor. Ese proceso debe articularse en conjunto con el sector académico, a fin de proponer la creación de carreras de gestión cultural; desarrollar, en  las carreras de artes,  mallas curriculares de formación en gestión cultural en su más amplia expresión, mencionó una artista.

En el contexto de la gestión que realizan los festivales nacionales se observó que estos no fomentan corredores de circulación, dentro y fuera del país; y que ello incide a que estas iniciativas solo se organicen de manera temporal, a nivel nacional, dejando de lado oportunidades de internacionalización y desarrollo sostenible.

En adición, en palabras de algunos gestores que participaron en el MICSUR que se realizó en Chile en este año, la situación del arte escénico en el país revela una preocupante invisibilidad de los proyectos ecuatorianos en el ámbito latinoamericano. El desconocimiento de las iniciativas culturales de Ecuador indica que los artistas ecuatorianos no logran posicionarse adecuadamente en la región. Además, ese hecho reveló otros aspectos que inciden en dicha problemática: el elevado costo de las producciones ecuatorianas, el cual es,  a decir de algunos artistas, es un obstáculo a la accesibilidad en la economía de varios países latinoamericanos.

En ese sentido, se evidenció la debilidad que tiene la cancillería ecuatoriana en materia cultural, así como la ineficacia que existe en las instituciones culturales, sobre todo para la selección de funcionarios públicos, lo cual limita el avance de estas iniciativas.

Adicionalmente, otro tema que se consideró fue pensar el tema infraestructural, a fin de crear procesos que permitan fortalecer la circulación interna, y en ese sentido, se planteó la necesidad de generar acciones que aporten al fortalecimiento de espacios independientes.

En cuanto a las fortalezas del sector de las artes escénicas, se destacó la calidad de las propuestas artísticas, las cuales podrían tener una gran representación en los mercados internacionales. Se subrayó también  la importancia de hacer visible el catálogo actualizado de iniciativas escénicas que fue consolidado en el MICSUR 2024, el cual debe ser publicado y difundido en embajadas para maximizar su alcance.

Asimismo, se reconoció la existencia de un grupo de programadores ecuatorianos que asisten regularmente a mercados internacionales, los cuales son actores claves para la internacionalización de varias propuestas.

Además, se destacó que la existencia de los fondos destinados a movilidad nacional e internacional de los artistas, que los fondos para producción, los fondos para la formación en temas de circulación, distribución y gestión cultural, es un aporte fundamental para el sector, en el marco de la labor que impulsa el IFCI. 

Cabe mencionar también que se subrayó la relevancia de la experiencia del Mercado de Industrias Culturales de Pichincha (MICPI), cuyo primer ciclo demostró la necesidad de fortalecer su impacto mediante la colaboración activa y articulada entre las instituciones públicas de cultura y el sector artístico.

Asimismo, se observó, como un aspecto notable, el proceso de cooperación que existe entre países, facilitado por el Programa Internacional Iberescena. Se consideró que esta alianza internacional efectuada por el IFCI es un aporte esencial para promover el intercambio y la internacionalización de los artistas escénicos del país.

Finalmente, para clausurar esta primera reunión, los asistentes acordaron establecer un nombre en la medida del proceso de trabajo conjunto, encaminado al MICSUR que se realizará en Ecuador en el 2028. Además, se comprometieron a elaborar una planificación de trabajo que abarque un proceso continuo entre 2025 y 2027. Este enfoque de trabajo no solo busca organizar esfuerzos y actividades, sino también articular las visiones y objetivos de los diversos actores involucrados, para crear un marco colaborativo que potencie la participación del sector artístico en este evento de gran relevancia. La formación de esta marca refleja un compromiso colectivo hacia la construcción de un camino que no solo conduzca hacia la necesidad de visibilidad, sino que también fomente el intercambio artístico y cultural en el contexto ecuatoriano.


 

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