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Jorge Carrillo en la Fiesta Escénica 2024:  en el debate de la cadena de producción artística y la política pública cultural

APUNTES DEL CONVERSATORIO DEL 13 Y 26 DE JUNIO EN LA FIESTA ESCÉNICA 2024

En el marco de la Fiesta Escénica 2024 que produce la Fundación Teatro Nacional Sucre, Jorge Carrillo Grandes, Director Ejecutivo del Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación, participó en dos encuentros que se enfocaron en reflexionar y discutir sobre la situación actual de las artes escénicas del país.

El 13 de junio, Carrillo invitó al público a reflexionar sobre la estructura económica que se practica en el arte, en los eslabones de la cadena de producción.  Por otro lado, el 26 de junio, la reflexión se enfocó en la temática de la política pública cultural. Fue un conversatorio que tuvo la participación adicional de la gestora, Daniela Fuentes y al gestor colombiano, Octavio Arbeláez.

En el primer encuentro, la ponencia de Carrillo provocó una resonancia interesante por su enfoque económico. El tema provocó un nivel complejo de reflexividad en los asistentes, quienes se proyectaron en sus propios procesos, en el lugar que ocupan sus proyectos artísticos en la cadena de producción.

¿Qué significa pensar el arte desde los engranajes de la oferta y la demanda, en un país donde existe una inmensa producción artística, pero muy poco consumo? Preguntó Carrillo, y nuevos cuestionamientos orientaron la discusión de este encuentro a la problemática que encierra la precarización laboral del artista.  Posteriormente, los asistentes asumieron una posición de autocrítica, situados, en unos casos, en el desconocimiento, y en otros, en la incertidumbre de mirarse estancados en alguna de las etapas de la producción.  

¿En qué lugar de las etapas de la cadena de producción artística está tu proyecto? Volvió a preguntar el Director del IFCI, a un público que se reconocía en esas etapas desde su propia experiencia.  Existe un proceso de orden simbólico y económico que entreteje la cadena de producción, y ello refleja diferentes costos, la mayoría de veces irreconocibles por los artistas, que no siempre ponen valor al trabajo que realizan en conjunto. Los artistas no valoran económicamente la función o actividad que realizan, porque no logran identificar el costo de cada proceso colaborativo.  

El público expresó la necesidad de encontrar oportunidades que les permita desarrollar en su trabajo una proyección financiera, o más bien, un orden tarifario, con principios de buenas prácticas que estandaricen el valor del tiempo que invierten.

Al mismo tiempo, se habló de otras experiencias que aportan al proceso laboral de los artistas, como es el caso de las tarifas que organizaciones del ámbito cinematográfico han consensuado.  Se resaltó que existe una gran cantidad de producción artísticas en el país, en todas las disciplinas; sin embargo, ante esa realidad, se mencionó que dichas producciones no logran sostenerse, por la insuficiente formación de públicos, o por la falta de consumo de servicios y bienes culturales.

Esta temática se ha consolidado como un proceso permanente de análisis y trabajo técnico al interior del IFCI, en la idea de desanudar, desde la institucionalidad, las problemáticas que impiden el desarrollo de una industria cultural en el país.  De acuerdo a esa perspectiva, y en referencia a los eslabones de la cadena de producción se definen los concursos y su programación, actualmente con un cronograma que abarca un proceso de dos años consecutivos.

En la lógica de esa discusión finalizó el encuentro, con un llamado a la participación, a fortalecer las capacidades de los gestores y artistas en la formulación de sus proyectos. Para ello, el Director del IFCI, invitó a los participantes a visitar los talleres y ventanas de consulta que se realizan para cada concurso. El objetivo es garantizar la libre creación, sin criterios estéticos, mencionó. La consigna es prepararse, aprender a sintetizar el proceso. Lo que evalúa el IFCI es la coherencia de los proyectos, sus objetivos, planes de trabajo y organización financiera.  

Adicionalmente, Jorge Carrillo mencionó que en el mes de julio se abrirá un nuevo concurso público: Circulación, distribución y exhibición de bienes y servicios culturales, dirigido a quienes ya tienen una producción artística: una obra de teatro, un disco, o una serie de obras pictóricas, o la puesta en escena de una obra de danza o la publicación de un libro. En julio se abre una oportunidad de circular, exhibir y/o distribuir el trabajo realizado, para avanzar en los eslabones de la cadena de producción, mencionó. Con ello se cerró el primer encuentro, en el detalle de un concurso que permite ver la producción artística desde un enfoque económico, con la reflexión de encontrar, en el campo de las artes, oportunidades para consolidarse a futuro, para el desarrollo de una industria cultural, y de esa manera, salir del atolladero que profundiza la precarización laboral de los artistas.

El 26 de junio inició con una pregunta clave, ¿existe una política pública que permita entender la dinámica de las artes escénicas en el país?   La primera panelista en presentar su posición fue, Daniela Fuentes.  La gestora cultural inició su argumentación con una precisión, existe una pluralidad en el término que es muy importante resaltar, se trata de políticas públicas, en plural; lo cual implica acciones y decisiones que transforman el ámbito de lo público en la dimensión de su diversidad, diseñadas para resolver problemáticas. No se trata únicamente de leyes, sino de acciones determinadas y determinantes, que construyen políticas públicas perfectibles, basadas en la autocrítica y la evaluación permanente, resaltó la panelista.

En el contexto de esa reflexión, Jorge Carrillo añadió que se trata también de voluntades políticas, ¿qué ha pasado con el Sistema Nacional de Cultura? Preguntó, y enseguida añadió su argumento. En el 2017, el Decreto Ejecutivo de austeridad del gasto público, incidió directamente en las acciones de la gestión institucional de la cultura.  De esa manera el trabajo y las acciones realizadas se acotaron por el tema del presupuesto. Ello demuestra que la política económica es determinante en la política cultural. Ese proceso repercute también en el nivel de las relaciones, las cuales se construyen entre los actores sociales y las Instituciones públicas, de acuerdo a los lineamientos gubernamentales que se hacen desde la lógica de las finanzas.

Por otra parte, en la participación del gestor cultural colombiano, Octavio Arbeláez, se agregó un tono interesante al encuentro, respecto de la experiencia y organización de los gestores culturales en el país vecino. Arbeláez dijo que el proceso de la institucionalidad cultural en Colombia tiene por base la organización social. Nos unió la idea de mirar el tema cultural con una visión de conjunto. Por ello la organización social de gestores y artistas ha incidido en la conformación de la propia institucionalidad de la cultura, mencionó. A decir de Arbeláez, la generación de política pública parte un proceso histórico y de relaciones, entre el Estado y sociedad, en la incidencia pública de la organización social. Generar política pública cultural significa crear una reivindicación social del espacio cultural común, que debe trascender las fronteras de los países para consolidarse en una experiencia Latinoamericana. Desde esa visión nació el Programa Iberescenas, un gran ejemplo de organización que surgió de la necesidad de crear redes de apoyo y trabajo internacional conjunto, resaltó.

Por su parte, Carrillo recalcó nuevamente que la política pública depende de la política económica. Del PIB nacional, el 1, 7% está destinado a cultura, lo cual es una gota de agua en el océano. Desde ese presupuesto, las instituciones públicas de la cultura tienen que construir estrategias de gestión, priorizar las necesidades más importante que requieren los diversos sectores de las artes. En ese contexto, el Director Ejecutivo del IFCI enfatizó que el sector escénico depende de la iniciativa estatal, depende de lo financiero. Frente a eso, de acuerdo a esas necesidades y al orden presupuestario, nos hemos planteado la estrategia de fortalecer la circulación de las obras escénicas. Hemos reflexionado mucho sobre qué hacer con toda la producción cultural existente en el país. Por ello planteamos que se necesita de un cambio de chip, dejar de pensar únicamente en la etapa de producción, necesitamos cambiar mentalmente de eslabón, se requiere pasar de etapa, a la circulación, exhibición y distribución de los productos culturales.

El evento cerró con la participación del público. Dos temas salieron a la vista. El primero sobre la contratación de artistas internacionales. Dichas contrataciones requieren de un alto nivel de financiamiento, que bien podría destinarse para fortalecer el trabajo de los artistas locales, se mencionó. Frente a ello, la panelista, Daniela Fuentes, agregó que, si bien la contratación de artistas internacionales se trata de un tema político, es importante, en ese sentido, partir con una visión de autocrítica: a los artistas y gestores culturales nos falta escena, capacidad de convocatoria, crear redes y vínculos, capacidades de circulación y comercialización, mencionó la panelista.

Posteriormente, la reflexión se conectó a debatir sobre los quehaceres de la gestión cultural, en el escenario de la precarización laboral. Ese es el panorama que espera a los estudiantes de artes en el país, porque las políticas públicas no generan soluciones para el ejercicio laboral. Los estudiantes de artes están destinados al desempleo, mencionó un maestro de UARTES desde el público. En ese sentido, Jorge Carrillo advirtió que se trata de una realidad compleja, que implica un acercamiento estratégico a la gran diversidad que comprende el ámbito académico. Se trata de un proceso de generación de vínculos, entre la institucionalidad estatal y las instituciones educativas, a fin de crear apoyos conjuntos, mediante procesos de capacitación permanentes. Los estudiantes deben capacitarse, no solamente en temas de creación artística, sino también en la relación de la producción artística y el mercado, y para ello es indispensable aprender a realizar proyectos y ejecutarlos, desde un proceso de planificación financiera.

Dicho proceso requiere cambiar la propia estructura de la educación, y también una transformación en el orden de la cultura que cambie la mirada que tiene la sociedad sobre el trabajo del artista. En ese marco, el IFCI impulsa un proceso que busca fortalecer las capacidades de artistas, gestores y estudiantes. Partimos de la necesidad de afrontar esta problemática y, desde un punto de vista económico, fortalecer las capacidades y conocimiento de los estudiantes respecto de las etapas de la producción artística; eso implica generar espacios de capacitación sobre cómo formular proyectos, desarrollar vínculos, redes y relaciones, aspectos fundamentales del ejercicio de la gestión cultural.  


 

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