Planificación y cadena de valor: una apuesta para superar lo que algunos gestores llaman “Los juegos del hambre”
El 27 de enero de 2025, Jorge Carrillo Grandes, Director Ejecutivo del Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación, participó como invitado en el programa de radio del periodista Pablo Salgado, conductor de La Noche Boca Arriba, que se transmite por la radio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
La charla se centró en la gestión del Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación, en particular en los fondos concursables destinados a artistas y gestores culturales. Según Pablo Salgado, estos fondos se iniciaron en 2008 como una manera de poner fin a la entrega discrecional y poco transparente de recursos públicos.
A pesar de haber transcurrido 17 años, no se ha realizado una evaluación del impacto que generan esos recursos, tanto en la sociedad como en el sector cultural. Si bien los procesos administrativos han mejorado significativamente, persisten las quejas con respecto a las convocatorias, la selección y la centralización de los proyectos ganadores. De hecho, muchos artistas han calificado esta situación como los «juegos del hambre», que contribuyen a la precarización del sector.
Con esta introducción, el periodista planteó el tema inicial que dio origen a la charla: reflexionar sobre la proyección que tiene el Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación (IFCI) para 2025.
Pablo Salgado: ¿Cómo está la situación del IFCI para este año, considerando el recorte presupuestario que han experimentado algunas instituciones públicas, que en varios casos es bastante significativo?
Jorge Carrillo: Hay varios aspectos que creo que necesitamos confrontar. Desde que inicié mi proceso en el IFCI, he insistido en la importancia de la planificación. Mi visión de la planificación no se limita al ámbito institucional, que se enfoca en identificar los gastos y los ingresos de una entidad, sino que propongo reflexionar sobre la planificación como una categoría: ¿para qué planificamos? ¿Cuál es el propósito del desarrollo? ¿Cómo entendemos el desarrollo, especialmente en el sector cultural?
Estas inquietudes permiten abordar la planificación desde diferentes ángulos, teniendo en cuenta que la institucionalidad cuenta con un marco relevante, como es la Ley Orgánica de Cultura. Desde esta ley, se establecen lineamientos que delinean las dinámicas y parámetros que rigen la operativización del fomento cultural.
En este sentido, es clave reconocer que la Ley Orgánica de Cultura establece un planteamiento fundamental: diferenciar el fomento de las compras públicas. Esto introduce una nueva base normativa en favor del sector cultural, un proceso que ya se había gestado en el ámbito de la educación, con el IESE, que luego se transformó en el Instituto de Fomento al Talento Humano. Asimismo, esta propuesta se trabajaba en el Banco Nacional de Fomento y marcó la figura que fue captada y ubicada en el centro de la Ley Orgánica de Cultura: la categoría de fomento.
Debo resaltar que el fomento es un hecho principalmente económico, y esta perspectiva define con mayor claridad el andamiaje que nos rige. No se trata de seleccionar las mejores obras o las mejores propuestas estéticas, sino que se abre una disputa material, una confrontación directa con el Estado. Somos conscientes de lo álgido que resulta el sector cultural en la disputa por los temas simbólicos, pero es importante subrayar que detrás de esto siempre hay una disputa económica. Aquello que mencionaste al inicio acerca de los «juegos del hambre» pone de relieve esta realidad.
Debemos considerar cómo surge toda esta dinámica y, a la vez, entender que al hablar de fomento, no podemos limitarnos a una disputa económica en la entrega de recursos, sino que también es crucial reflexionar sobre los procesos no financieros. En este sentido, como Institución, aún tenemos mucho trabajo por hacer; lo digo con plena autocrítica.
Volviendo al tema de los presupuestos, ha sido un desafío para nosotros estructurar internamente varios procesos en función de este concepto de planificación. Esto se enmarca en otro concepto que caracteriza nuestro proceso institucional y que también tiene un componente económico: la cadena de valor.
Dentro de la lógica de la cadena de valor, centramos el fomento en lugares específicos. A través de la combinación entre planificación y cadena de valor, hemos estableciendo un proceso que, a pesar de sus inconvenientes, traspiés y críticas, ha logrado consolidar una estructura de fomento significativa para el sector.
En ese sentido, inicialmente nos planteamos elaborar un diagnóstico para entender cómo se definían los concursos. En este proceso, encontramos que existían desembolsos que rondaban el millón y medio a dos millones de dólares al año. Aunque estos gastos tenían su operatividad, nos preguntamos: ¿para qué se entregaban anualmente 1.2, 1.5, 2 o 2.5 millones de dólares? ¿Cómo se estaba comprendiendo este proceso? Notamos que no existía un marco conceptual que permitiera una planificación estructurada, lo cual nos pareció grave; grave porque había bases técnicas que proponían el financiamiento de un proyecto desde su creación hasta su distribución. Uno de los casos que más me llamó la atención fue un concurso de artes escénicas que comenzaba con un presupuesto de 20 mil dólares para cada proyecto, destinado a cubrir un año, incluyendo tanto la creación como el estreno de la obra. Sin embargo, con 20 mil dólares, para un equipo de 10 personas durante un año, los números no dan, no son viables; financieramente, es insostenible.
Con base en nuestro diagnóstico inicial de las convocatorias anteriores, concluimos que los proyectos necesitan ser financiados en diferentes etapas. En esa lógica, hemos trabajado ajustando los concursos de cada línea de fomento, revisando y reestructurando las bases. Este proceso ha requerido mucho tiempo, análisis y, sobre todo, una comprensión profunda para asentar el proceso en la estructura de la cadena de valor.
Por otra parte, en la dinámica de nuestro trabajo, nos encontramos con ciertas limitaciones de orden burocrático, principalmente por una normativa que impedía la aprobación de las nuevas bases de los concursos. Este procedimiento solía demorar aproximadamente tres meses: se iniciaba en el Instituto con la elaboración de las bases, luego se enviaban los documentos al Ministerio de Cultura y Patrimonio. Dentro del Ministerio, las bases pasaban por varios recorridos internos y, después de un largo proceso burocrático, volvían al Instituto ya aprobadas.
Durante este proceso, la primera disputa interna fue solicitar un cambio en la normativa de planificación de los concursos, lo que logramos con la ministra de cultura de aquel entonces, Marielena Machuca, estableciendo así un acuerdo ministerial. Tras un procedimiento que tomó varios meses, se acogió nuestra propuesta y, con algunos ajustes, establecimos un nuevo proceso de aprobación que nos ha permitido agilizar la gestión de los concursos; ahora, el procedimiento se define en un plazo de aproximadamente dos semanas. Es importante resaltar que el año pasado, en 2024, por primera vez se cumplieron todos los concursos planificados.
Pablo Salgado: En relación con lo que mencionaste sobre lo que se establece en la Ley Orgánica de Cultura, el reglamento y la normativa, es fundamental reflexionar sobre cómo se generan las líneas de política pública en el IFCI para cada una de las 36 convocatorias. Sin política pública, es más difícil generar cambios desde el interior de la institucionalidad, ya que dependerá de las direcciones que ustedes tienen en cada una de las ramas artísticas, y no tanto de las prioridades de política pública que, según la Ley Orgánica, son la tarea fundamental del ente rector: el Ministerio de Cultura y Patrimonio.
Jorge Carrillo: Sí. Ahí hay varios detalles. Vale recalcar que uno de los primeros ámbitos que la actual gestión empezó a trabajar fue la política pública de fomento al libro, la oralidad y la lectura que es uno de los grandes instrumentos que se está incorporado en lo que nosotros como Instituto hemos desarrollado. Para ello, el Ministerio de Cultura y Patrimonio solicitó asistencia técnica al Banco Interamericano de Desarrollo, específicamente a su área de economías creativas. En ese marco se generaron mesas de trabajo, espacios de diálogo e incluso, se acercaron para pedirnos información para generar políticas públicas, específicamente para la política nacional de industrias culturales y creativas.
Pablo Salgado: ¿Se va a presentar esta semana en Manta y en Guayaquil y entiendo que posteriormente en Quito?
Jorge Carrillo: Sí, exactamente. Creo que se trata de un hito muy importante, y esto, sí, lo suelo decir sin ambages: uno de los grandes problemas de la institucionalidad cultural es que, si bien nuestra Institución nació a partir de la Ley Orgánica de Cultura, no podemos funcionar sin normativa o sin voluntad política para aplicar la Ley. Hay que recordar que el entonces ministro de cultura, Raúl Pérez Torres, dijo directamente que no le gustaba la Ley, dijo: «no me interesa», y no la aplicó. Eso generó una debacle institucional muy grande. Esto lo digo muy abiertamente, porque, de fondo, el IFCI es el resultado de esto.
Pablo Salgado: Esto es más grave en el caso del IFCI, porque recordemos que antes existía el ICCA y el IFAIC, y luego se fusionaron. Ahora, hay un decreto ejecutivo para que vuelva a desfusionarse. No sé cómo está este tema, si está pendiente o, simplemente, si ya la nueva administración del MCYP determinó que no debe proceder, ¿cuál es la decisión?
Jorge Carrillo: En efecto hay dos decretos: el decreto presidencial del entonces presidente Guillermo Lasso, y otro que salió después, cuando se dieron cuenta, en el camino, de la complejidad del tema. Esta transición no se puede hacer simplemente como un acto de restitución por decreto, sino que significa generar un proceso extenso de gestión que no se tomó en cuenta; eso señala más tiempo, que además puede ser causante de un impacto económico y financiero profundo en la institucionalidad.
Nosotros hemos trabajado con el Ministerio de Cultura, con el Ministerio del Trabajo, el Ministerio de Economía y Finanzas. Lo he dicho varias veces públicamente: sí, es muy importante recuperar la institucionalidad, sin duda, se necesita recuperarla, pero hay que recuperarla con fortalezas. No podemos jugarnos a un proceso que, de fondo, afectaría directamente al sector, al cine, las artes literarias, a la música, etcétera. Es necesario avanzar en esas líneas, y por eso seguimos trabajando con estas entidades.
Pablo Salgado: Cuéntanos, ¿cuál es el presupuesto del IFCI?, ya que algunas entidades del Sistema Nacional de Cultura sufrieron recortes importantes. Les contamos amigos y amigas que nos escuchan en el programa que, en general, los presupuestos para la institucionalidad cultural son bastante bajos, son verdaderamente escuálidos, y la afectación es grande, enorme para la ciudadanía, ¿en el caso del IFCI?
Jorge Carrillo: En el caso del IFCI, seguimos igual. No hemos tenido recortes específicamente. Eso es una ventaja. En el año pasado tuvimos un pequeño recorte que nos implicó perder un par de partidas de funcionarios, pero nosotros nos hemos dedicado a fortalecer lo que tenemos, y, siempre, a defender lo que hay, para poder sostener el proceso.
El presupuesto que tenemos actualmente es de casi dos millones de dólares, solamente del Instituto. Cabe recordar que, como señala la Ley Orgánica y Cultura, nosotros tenemos las competencias del IFAIC, tenemos adscritas las Orquestas y la Compañía Nacional de Danza, y con estas entidades, entre todas las instituciones, sumamos más de nueve millones de dólares. Entonces, ese es el presupuesto que lo debemos repartir entre el IFCI, las Orquestas y la Compañía Nacional de Danza.
Pablo Salgado: Es decir, ¿ese es el presupuesto de gasto corriente?
Jorge Carrillo: Todo el presupuesto. Todo el presupuesto del POA que tenemos de las instituciones.
Pablo Salgado: Y de ahí, ¿cuál es el porcentaje de inversión?
Jorge Carrillo: Si te refieres al fomento, específicamente a los fondos de fomento, en ese sentido debemos hacer una distinción que creo que es muy importante resaltar.
En el caso del fondo de fomento, se trata de dinero que proviene del 5% de las utilidades del Banco de Desarrollo del Ecuador, no del Presupuesto General del Estado. ¿Por qué es importante señalar esto? Porque este presupuesto no es una asignación del Estado Central, lo que conlleva implicaciones significativas que permiten una planificación diferente. Por ejemplo, en un proyecto de cine —que puede tener una duración de entre un año y un año y medio, y en algunos casos hasta dos años y medio o incluso tres—, si se financia con un presupuesto tipo POA, sería imposible promover adecuadamente las películas del sector audiovisual.
Lo que hacemos con este fondo de fomento, que se encuentra guardado en el Banco de Desarrollo del Ecuador (BDE), es llevar a cabo una planificación para utilizar esos recursos. No se desembolsan a los beneficiarios de inmediato; en su lugar, se entrega una parte al inicio del proyecto y el resto se desembolsa al final, cuando se cierra el proceso.
Esa es una ventaja del fondo de fomento: no está atado al proceso de compras públicas definido en el gasto del Presupuesto General del Estado. Esta discusión se ha estado implementando en algunos GADs, específicamente en el GAD de Manta y el GAD de Ambato, con quienes hemos mantenido varias conversaciones. Recientemente, estos GADs aprobaron su ordenanza de fomento.
Lo que comúnmente ocurre con este tipo de fondos, destinados al fomento cultural, es que, como corresponden a un gasto corriente de las instituciones, deben gastarse antes de noviembre —exagerando, a inicios de diciembre— para cerrar los procesos. Este dilema burocrático sobre el manejo de presupuestos para el sector cultural no es viable, ya que los procesos culturales y artísticos no necesariamente responden a la lógica del año fiscal.
La Ley Orgánica de Cultura incluye uno de los puntos clave para esta discusión, un tema que también es observado con atención en otros países. Este aspecto se centra en la creación de un mecanismo que no dependa de la voluntad del gobierno central, sino de análisis realizados dentro de las instituciones culturales, donde se recopila un proceso e información específica. Eso es precisamente lo que hemos estado llevando a cabo.
Hay mucho por revisar y perfilar, y la asignación de los presupuestos también se define en este contexto. Por ejemplo, de los 8.9 millones de dólares asignados en los concursos del año pasado, hasta el momento se han desembolsado más de 3 millones de dólares. Esto es muy importante, ya que compromete los recursos y permite que se vayan desembolsando conforme avanza el proceso a lo largo del tiempo.
En ese sentido, retomo el tema de la planificación, que es vital. La planificación de este POF 2024-2025 se ha realizado para un periodo de dos años. La perspectiva es que los concursos y los proyectos ganadores de estos dos años se cierren entre 2028 y 2029. Esta es una proyección que es importante tener en cuenta.
Pablo Salgado: De acuerdo con esto, es pertinente hacer una aclaración. El año pasado, ustedes realizaron 39 convocatorias, mientras que este año tienen planificadas 36. Es importante reconocer que, desde enero, ya se conoce el cronograma de concursos, lo cual es muy relevante para el sector y, sobre todo, para quienes están planificando postular a las distintas convocatorias. Esto les permite planificar de manera más efectiva.
Sin embargo, surge la pregunta: ¿por qué ha habido una reducción de 39 a 36 concursos, y cómo se asegura que esto no implique una reducción de los montos disponibles?
Jorge Carrillo: Lo que hicimos fue realizar un ajuste. Nuevamente retomo el tema de la planificación, ya que nos ha permitido como Institución tener una visión a mediano plazo, y realizar evaluaciones paulatinas a lo largo del proceso. Por ejemplo, hemos identificado algunos concursos que nos han llamado la atención por su funcionamiento, y mediante la evaluación de esas dinámicas, hemos procedido a ajustarlos.
Pablo Salgado: Es importante resaltar que, en el ámbito de la gestión—específicamente en la administración de convenios—hay un consenso general acerca de la mejora en el flujo de trabajo, lo cual permite que los proyectos avancen de manera más eficiente. Los gestores y artistas han comentado que el proceso administrativo relacionado con los convenios ya no es tan engorroso como lo era hasta hace poco. Creo que existe un consenso entre los beneficiarios, quienes han notado estos cambios, aunque, para muchos de ellos, aún resulta insuficiente.
Jorge Carrillo: Claro, sin duda. Lo que siempre digo es que toda institución tiene sus vuelcos, sus inconvenientes, y en ese trayecto, hay cosas que se deben revisar y ajustar. El proceso que estamos llevando a cabo es parte de ese reajuste y se dio a través de una reforma de lo que teníamos planificado. En ese sentido, algunos concursos reaccionaron de una manera, quizás las condiciones no estaban bien planteadas, y se hicieron algunos cambios para ver cómo se operativizan desde un nuevo proceso. Esto lo hicimos a partir de focalizar el fomento en los eslabones de la cadena de producción, porque, en cada eslabón, la operatividad funciona de formas distintas. En algunos casos, por ejemplo en los concursos de rehabilitación social, existen unas particularidades muy especiales, que no implican reformas desde la lógica de la cadena de valor, sino que parten del ejercicio de los derechos culturales de las personas privadas de la libertad.
Pablo Salgado: Esta necesidad de hacer una evaluación, es decir, como decía al inicio, ha pasado 17 años, es tiempo suficiente como para medir el impacto que el mecanismo está generando, no solamente en el sector específico de la cultura, sino en la sociedad, y todavía estamos sin saber hacia dónde se están dirigiendo esos recursos, cuáles son los nichos que han sido mayormente beneficiarios y qué es lo que está generando en el sector cultural. Siempre se habla de precariedad porque se trata de montos relativamente pequeños. Se termina pagando 200 dólares, 250 dólares, 300 dólares, montos que no llegan a un salario mínimo en determinado tipo de proyectos, eso reciben los artistas o gestores que participan de esos procesos. Estamos todavía en ese ámbito de la precariedad. Los índices de aumento de pobreza, de informalidad, de la caída del empleo adecuado, afectan directamente al sector cultural, y si sumamos también la caída, el decrecimiento económico del país en 2.2 por ciento o también el decrecimiento en consumo, que es el 4.5 por ciento, podemos reconocer cómo aquello afecta e incide en el sector de la cultura.
Jorge Carrillo: Lo que has señalado es una reflexión que parte del ámbito de la macroeconomía, un tema que, desde el Instituto, lo enfrentamos como una apuesta política, que atrevidamente diré es también una apuesta económica, política y contracíclica. Estamos en un momento en donde la actividad económica está en recesión y lo que queremos, en ese sentido, es redirigir esos recursos.
En ese sentido cabe preguntarse, ¿cuál ha sido el proceso histórico de fomento que se ha realizado hacia el sector de las artes y la cultura? Es bien interesante poner sobre la mesa este cuestionamiento, ya que la mayoría de los recursos, históricamente hablando, se han quedado en los eslabones de la creación y de la producción. Al inicio de nuestra gestión, teníamos un 80 por ciento de concentración en esos eslabones de la cadena de valor. ¿Qué implicaba esto?, que teníamos un montón de procesos destinados solamente a la producción, que no estaban orientados hacia el consumo, hacia el consumidor. Entonces, la primera premisa que guió nuestra gestión fue pensar en qué hacemos con toda esta producción. Lo que ocurre con esos procesos -dependiendo del campo específico de las artes-, es que hay obras que quedan guardadas en el cajón, hay obras que quedan sin ensayar, hay cosas que no entran a mercados, y la producción se estanca; concretamente, esa es una recesión acumulada del sector, si lo vemos desde el enfoque de la macroeconomía.
No estoy diciendo con esto que hemos frenado el fomento a la producción, más bien, las producciones han seguido creciendo y se han sosteniendo gracias al fomento y a las diferentes convocatorias, inclusive desde que existe el mismo MCYP. Sin embargo, hay que decir que esta producción no ha estado circulando, porque la circulación, distribución y comercialización son ámbitos de la cadena de valor que se han descuidado. Ese es uno de los grandes detalles del trabajo que estamos estructurando: buscar estrategias de comercialización, de distribución y circulación. No se trata de pensar en la respuesta simplista de creer que se trata de una problemática que responde a la formación de los artistas, de los gestores, de pensar que los gestores no saben comercializar. El tema no va por ahí, sino de construir las condiciones para que ese proceso suceda y pensar en cómo logramos que la gente, la ciudadanía en general, se interese por el arte, por fortalecer las relaciones culturales. Por eso, no se trata de medidas a corto plazo, es una labor larga, difícil y compleja, que implica construir una estructura de políticas públicas de oferta y demanda. Hay que señalar que nos hemos concentrado tanto en la oferta que nos hemos olvidado de la demanda, y orientarnos hacia allá es para nosotros uno de los grandes retos que nos hemos planteado.
Pablo Salgado: Amigos y amigas, continuamos con nuestro programa que trata de las convocatorias del Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación, y nos acompaña su Director Ejecutivo, Jorge Carrillo, a propósito del anuncio de una serie de concursos que se realizarán para el 2025. Hablemos de estas convocatorias. Se ha realizado ya el anuncio, paralelamente se han lanzado nuevos concursos, y también, se han determinado ya los ganadores en otras categorías, en lo que va de este mes de enero.
Jorge Carrillo: Sí, eso es bien importante, lo que te señalaba previamente: en el 2024 tuvimos unas convocatorias planificadas que tienen la ventaja de que no deben cerrarse con el año fiscal. Por eso, hemos finalizado algunos concursos la anterior semana. Acabamos de lanzar los ganadores de producción de obras de artes escénicas, y también los ganadores de coproducción minoritaria de cine y producción literaria. Esos eran los últimos concursos del 2024 que faltaban definir los ganadores. Estaremos cerrando los concursos del 2024 en aproximadamente unas dos a tres semanas. Como te decía previamente, así planificamos los concursos, y también, de esa forma, hicimos una revaluación de las convocatoias que se vienen en el 2025, con algunas reformas y ajustes.
En este sentido, es importante señalar varios aspectos, especialmente en lo relacionado con los concursos de carácter transversal. Desde su creación, el Instituto se ha organizado en cinco direcciones que abarcan las artes cinematográficas, musicales, literarias, escénicas y visuales. Aunque en esta estructura se ha delimitado el enfoque de los concursos, existen temas que no pueden ser abordados desde una única área. Por lo tanto, hemos reestructurado algunos aspectos. Por ejemplo, contamos con concursos de movilidad nacional e internacional, en los cuales hemos tenido muchos más ganadores de los planificados. Este hecho nos llevó a reconocer la necesidad de priorizar dicho concurso. A raíz de un proceso de diálogo con el Ministerio de Cultura y Patrimonio, hemos establecido cambios para enfocar nuestra atención en aquellos lugares que la política pública señala como prioritarios en el proceso de internacionalización.
Pablo Salgado: Así debería ser, basarse en las líneas de la política pública y revisar cuáles son las prioridades que el Ministerio del Estado tiene respecto a eso.
Jorge Carrillo: Exactamente, en ese sentido se ha definido la internacionalización, es decir, en reconocer qué se quiere internacionalizar con base a ciertas prioridades.
Pablo Salgado: ¿Eso quiere decir que se reduce el número de beneficiarios?
Jorge Carrillo: Más que reducir, lo que quiere decir es que se va a priorizar, en esta convocatoria específica, ciertos espacios. No implica que los otros lugares -que no están considerados en esta priorización- no vayan a ser tomados en cuenta, pero hay un objetivo que lo focaliza mucho más, y eso nos permite centrarnos institucionalmente en necesidades como mucho más específicas, porque el concurso responde ya a una política pública.
Pablo Salgado: El año pasado, el Ministerio de Cultura determinó que el 2024 sería el año del libro y la oralidad; por tanto, se supondría que las tareas de ese año debían estar encaminadas hacia eso, para luego poder medir los resultados del proceso, pero eso, en la práctica, no existe.
Jorge Carrillo: Claro, esto es un planteamiento del Ministerio. En el caso del IFCI, y más allá de eso, nosotros identificamos la necesidad de priorizar, ya que hay temas como los de movilidad que son muy variopintos y presentan una inmensa diversidad. Por ello, definimos la importancia de focalizar y priorizar la internacionalización conforme a la política pública. Además, realizamos una clasificación para el fomento, segmentando las giras en el ámbito de la música y las artes escénicas.
Otro concurso que tenemos previsto lanzar es una convocatoria para mercados de bienes y servicios culturales. ¿Cuál es la idea de este concurso? El país ha adquirido un compromiso con la realización del MICSUR en 2028, que se llevará a cabo en la ciudad de Cuenca. Es importante destacar que ya existe una experiencia significativa con el Primer Mercado de Industrias Culturales de Pichincha (MICPI). Aunque este evento fue organizado por la Prefectura de Pichincha, su éxito derivó en una convocatoria a nivel nacional. A partir de esta experiencia, hemos diseñado un concurso que invita a gestores con la iniciativa de crear mercados. La propuesta consiste en establecer espacios de encuentro que permitan a gestores, artistas, productores e intermediarios construir plataformas de comercialización. Hemos observado experiencias valiosas, como la feria de artes visuales que se realizó en septiembre en el Bicentenario. También se desarrolló un mercado de música que se vio afectado por la pandemia y se pospuso. Cada una de estas experiencias demuestra que el desarrollo de mercados en el arte es una iniciativa que debemos reactivar.
Pablo Salgado: Estos mercados se han estado realizando aproximadamente desde 2008, es decir, hace 16 años que Ecuador ha estado participando en ellos. Recuerdo que más de 100 artistas y gestores asistieron a Buenos Aires. Sin embargo, no se han medido los resultados de estas iniciativas, y creo que si hiciéramos un análisis, encontraríamos datos bastante pobres. Esto puede deberse a que estamos priorizando la cuestión del mercado sin haber consolidado previamente una industria cultural. Como resultado, los logros son mínimos. Entonces, ¿por qué no priorizar la consolidación de una verdadera industria? En el caso de la música, la situación es alarmante. Una vez que Ecuador se haya consolidado, podrá seguir el ejemplo de otros países, asistir a mercados y, de esta manera, lograr hacer negocios con éxito.
Jorge Carrillo: Frente a esto, la estrategia ha sido la siguiente: el año pasado realizamos varias convocatorias orientadas al fortalecimiento de capacidades. Implementamos concursos de escuelas de formación en comercialización y distribución. No se trató de crear escuelas únicamente para producir o distribuir obras, sino para reforzar las habilidades necesarias que involucran la producción artística en el contexto de un mercado. Consideramos que es fundamental desarrollar ciertas competencias, y por eso llevamos a cabo estas convocatorias. Tenemos la intención de continuar con este proceso. Además, hemos promovido la realización de ferias—espacios más pequeños, pero con el propósito claro de fortalecer esas competencias.
En este sentido, nuestra reflexión fue reconocer que necesitamos seguir fomentando estas habilidades y formas de desarrollo, con el objetivo de avanzar hacia la consolidación de un mercado de las artes. Sin embargo, desde una visión más pragmática que desafía las nociones lineales clásicas del desarrollo, advertimos que consolidar un mercado para la producción artística no es un proceso lineal. Por ello, hemos adoptado estrategias cruzadas. Así, por un lado, decidimos enfocarnos en el fortalecimiento de capacidades, y por otro, reconocimos la necesidad de seguir abriendo mercados, pero dentro de esta lógica de interconexión.
Pablo Salgado: Bueno, pero también se trata de una perspectiva neoliberal, ¿no? El enfoque en mercados y en la industria podría no ser la única visión que deberíamos considerar. Las propuestas neoliberales o de la economía naranja son atractivas, seducen, pero es crucial que exploremos otras alternativas.
Jorge Carrillo: Es interesante lo que planteas, pero debo aclarar que yo no arranco desde una conceptualización neoliberal. Lo digo abiertamente: parto desde teorías heterodoxas, donde se aborda el desarrollo de mercados con una visión y misión definidas a partir de la planificación. Me sitúo en una perspectiva económica diferente. Pero bueno, continuemos.
Si bien consideramos el tema de los mercados en nuestras convocatorias, también priorizamos la formación de públicos y la mediación en artes. Este fue un concurso que lanzamos el año pasado, y permitió reflexionar sobre cómo lograr que las obras terminadas circulen en espacios que, en muchas ocasiones, no han tenido experiencias previas con las artes.
Por otro lado, también nos enfocamos en la formación de modelos de gestión, así como en iniciativas y espacios culturales. En cuanto a la investigación en arte y cultura, aunque esta convocatoria es antigua—originalmente lanzada por el IFAIC—vimos la necesidad de retomarla.
Adicionalmente, hemos mantenido los concursos de rehabilitación social en todos sus aspectos: programación, formación, y la edición de una revista que incluye textos escritos por personas privadas de libertad.
También hemos mantenido una convocatoria que consideramos muy importante y que, cabe resaltar, tiene su militancia y un alcance territorial: Cultura Viva Comunitaria, un concurso que seguimos sosteniendo.
Además, tenemos planificado lanzar un concurso de incubación para iniciativas artísticas y culturales. Realizaremos una convocatoria para incubadoras, con el objetivo de que las obras puedan desarrollarse a través de procesos cooperativos o emprendedores. Esta iniciativa se enmarca en una perspectiva de economía popular y solidaria, centrada en la generación de cooperativismo. Es un enfoque más específico, orientado al sector cultural. De hecho, hemos hecho algunos acercamientos con incubadoras para discutir estos temas, ya que es un proceso que aún no ha sido considerado: pensar la producción artística desde el enfoque cooperativo. Este modelo ha sido ampliamente trabajado en servicios de diversas índoles, pero no en el ámbito cultural.
Pablo Salgado: Bueno, pero algunas incubadoras sí han trabajado ya en temas de cultura, el propio Conquito ha trabajado en estos temas, entiendo que ahora están también exagerando un poco, porque el otro día le escuché decir: hoy vamos a los músicos a convertirlos en emprendedores, en fin, pero esa es otra discusión.
Jorge Carrillo: Sí, es una discusión ardua.
Pablo Salgado: Pero sí, vincular las artes y cultura a la economía popular y solidaria me parece interesante, una visión colectiva, porque no necesariamente -dada la precariedad del sector- tendríamos que ir a ese hecho empresarial, sino más bien a trabajar en colectivo.
Jorge Carrillo:
Exactamente. Creo que debemos conectar el tema de la producción en redes con el colectivismo. Es decir, contamos con un marco normativo; no estamos inventando algo desde cero. Estos concursos los hemos diseñado para construir convocatorias más transversales.
Por otro lado, tenemos concursos más específicos. En el ámbito de las artes musicales, mantenemos el concurso de producción y lanzamiento de EP, que ya lleva cuatro años y ha sido uno de los más exitosos. Este concurso ha permitido la producción de obras que incluso han sido incluidas en películas internacionales; por ejemplo, una canción de la cantautora De la Torre formó parte del soundtrack de una película de Sorrentino.
En esta misma línea, hemos reenfocado los concursos para fortalecer la formación de orquestas, bandas y coros infantojuveniles. Este proceso lo promovemos porque el Instituto participa en programas de orquestas juveniles, lo que nos facilita abrir el acceso a esos recursos. Ya hemos realizado un primer mapeo en par de provincias y estamos concentrando esfuerzos para obtener más información que nos permita lanzar este concurso, atendiendo así a las necesidades identificadas.
En artes escénicas, mantenemos la modalidad de producción y hemos realizado algunos ajustes internos, especialmente para las obras de mediano formato. Es importante mencionar que seguimos trabajando en el concurso “Camino a Loja,” el cual es un esfuerzo conjunto con la Casa de la Cultura y responde a una directriz del Ministerio de Cultura.
Además, contamos con concursos de formación descentralizada, en los que nos concentramos en residencias. Otras convocatorias, en cumplimiento de la Ley Orgánica de Cultura, están enfocadas en el fortalecimiento y sostenibilidad de espacios culturales independientes y comunitarios. Este proceso nos permite recopilar información sobre los espacios para ir generando una red.
Hemos discutido mucho con el Ministerio sobre la necesidad de reflexionar acerca de qué debe levantarse primero: ¿la información o el concurso? En ese sentido, reconocemos que no podemos abordar una cosa sin la otra; debemos avanzar en paralelo. La propuesta es trabajar conjuntamente con el Ministerio de Cultura mientras lanzamos el concurso, porque necesitamos realizar un registro pronto.
Pablo Salgado: De acuerdo, sí, así debe ser, y que el Ministerio de Cultura también, con el mandato de la Ley, conforme la red de espacios escénicos a nivel nacional.
Jorge Carrillo: Exactamente. Al pasar al tema de las artes visuales y considerando la amplia distinción de esta disciplina, es interesante observar que se define a través de varios cruces. En este ámbito, hablamos de producción, creación y realización de obras. A lo largo de este tiempo, hemos tenido diversas experiencias que nos han llevado a decidir ampliar la cantidad de ganadores, ya que hemos recibido desde proyectos muy tradicionales hasta propuestas de arte urbano y arte contemporáneo. Por ello, hemos optado por aumentar el número de cupos.
Lanzamos también una convocatoria para residencias en artes visuales y una convocatoria para programas educativos, en esta disciplina. Esta convocatoria está dirigida a proyectos que ya tengan cierta consolidación, que tengan programas educativos, para fomentar el desarrollo de públicos. Hemos fomentado y vamos sostener los concursos de programación y equipamiento para espacios de artes visuales, que están atados obviamente a su programación. Nos interesa muchísimo el trabajo que se pueda hacer con los públicos.
En artes literarias, la alineación también está relacionada con la política pública y la política nacional de fomento a la lectura, la oralidad y el libro. En este sentido, hemos realizado ajustes en varias de nuestras convocatorias. En particular, mantenemos el concurso de bibliotecas independientes, que ha recibido propuestas de diferentes lugares del país. Para nosotros, es fundamental generar apoyo a las ferias independientes, un ámbito que sin duda necesitamos fomentar, así como la publicación de obras literarias, otra convocatoria que continuamos.
Además, hemos incluido una convocatoria innovadora que lanzaremos en el mes de febrero: el concurso de librerías independientes. Con estas iniciativas, buscamos abarcar más eslabones de la cadena de valor, siempre desde una perspectiva de política pública enfocada.
Pablo Salgado: Entiendo que, sumando todas estas convocatorias, el número total de beneficiarios llegará a 490, y si tomamos en cuenta que existen 23 mil 772 registros en el RUAC, todavía es un número que sigue siendo pequeño.
Jorge Carrillo:
El desfase es considerable. Voy a mencionar una cifra que puede sonar escandalosa, pero refleja la realidad de manera concreta. Del total de proyectos presentados —me refiero a los procesos de institucionalidad del IFAIC, ICCA e IFCI— solo el 10% ha recibido fomento; efectivamente, solo el 10%. Este es un número muy bajo, y la mayoría de los gestores y artistas que acceden a los fondos están concentrados en Pichincha y Guayas. Hemos enfrentado una concentración centralizada de los fondos. Por ello, el año pasado trabajamos intensamente para desconcentrar y descentralizar estos recursos.
Hemos realizado un esfuerzo significativo. Según los últimos cálculos, el año pasado alcanzamos un 64%, lo cual consideramos un gran logro. Reconocemos que la desconcentración es un proceso muy difícil, pero sabemos que es un camino que debemos recorrer; es una gestión que tenemos la responsabilidad de llevar a cabo.
Este año hemos trazado una estrategia más amplia enfocada en la comunicación. Vamos a utilizar medios más tradicionales, considerando que en las zonas rurales no todos están conectados a las redes sociales. Somos conscientes de que necesitamos hacer esfuerzos adicionales, por lo que hemos decidido adoptar un enfoque diferente. Los acercamientos que hemos tenido con los GADs nos han permitido llegar a nuevos lugares y conectarnos con redes de radios comunitarias. Estamos trabajando para establecer lazos con estas redes de comunicación, lo que nos permitirá difundir mejor nuestras convocatorias y aumentar el alcance de nuestro trabajo.
Además, para ampliar el acceso a los fondos, revisamos y reformamos la normativa de los concursos, específicamente en las bases. Por ejemplo, si un gestor ha participado en un proceso, ya no podrá participar en otro.
Pablo Salgado: Existe mucha insistencia de algunos gestores. Se dice que “siempre ganan los mismos”, porque ya saben elaborar proyectos, o porque contratan a gente que sabe postular. Incluso, sabemos que existen servicios dedicados exclusivamente a la elaboración de presentación de estos proyectos, lo cual quiere decir que todavía hay dificultades en el sistema que ustedes tienen, porque esto no debería ser necesario.
Jorge Carrillo:
Sí, no debería ser necesario. Sin embargo, es importante señalar que el formulario que se debe llenar se enfoca más en un perfil de proyecto, y no se requiere la elaboración de un proyecto completamente desarrollado. Esta simplificación busca ampliar el acceso a los fondos. Para ello, realizamos talleres que fortalecen las capacidades de los postulantes.
El apoyo técnico está dirigido a asistir a los postulantes en el proceso. Aunque reconocemos que aún tenemos mucho por hacer en este ámbito, también es fundamental no ignorar las marcadas brechas educacionales que existen a nivel nacional; son diferencias significativas y profundas que influyen en las limitaciones de acceso a los fondos. Por eso, estamos trabajando en ello.
Lo último que quería señalar es el tema de las convocatorias de cine. Contamos con varios concursos, incluyendo las convocatorias para el desarrollo de pilotos de animación, para series, así como para la promoción y distribución de obras cinematográficas. También ofrecemos apoyo en postproducción y producción de óperas primas y largometrajes, tanto de ficción como de documental. Además, trabajamos en la coproducción minoritaria y en la coproducción de videojuegos, y fortalecemos la circulación y distribución de cine alternativo.
En este contexto, estamos colaborando con la red de espacios audiovisuales, que también requiere contenidos adecuados. Nuestro apoyo no solo se centra en la red, sino también en cómo se distribuyen los contenidos dentro de ella. Hemos realizado un esfuerzo considerable; aunque continuamos fomentando la producción, también nos interesa mucho la distribución. Es fundamental impulsar que las obras lleguen a los públicos, pues consideramos que este aspecto es muy importante. Reconocemos que es una tarea pendiente, pero nos alegra que se empiece a asumir.
Pablo Salgado: Respecto a las convocatorias y la comunicación de los resultados, no se dicen cuáles son los ganadores, ni los nombres del jurado, ni del comité de selección, y creo que eso sí es importante también que se haga público, por cuestiones de transparencia, y porque resulta muy importante conocer quiénes participaron en ese proceso.
Jorge Carrillo: ¿Te refieres a los jurados específicamente?
Pablo Salgado: Sí, lo de los jurados.
Jorge Carrillo: El tema de los jurados, para evitar las relaciones de cercanía que pueda existir con los postulantes, es un tema que lo mantenemos cerrado hasta el final.
Pablo Salgado: Cuando se dan a conocer los resultados, ya se debería también transparentar quiénes participaron.
Jorge Carrillo: Sí lo hacemos. De hecho el acta se publica y en ella constan los nombres de los jurados.
Pablo Salgado: ¿El acta es de acceso público?
Jorge Carrillo: Sí, las actas son de acceso público. No publicamos los nombres de las personas ganadoras, sino de los proyectos ganadores. Esto lo hacemos, por un lado, para evitar incluir demasiada información en la difusión de este proceso, y por otro lado, para evitar que se generen cuestionamientos que son propios de la sensibilidad que existe dentro del sector.
Pablo Salgado: Eso es inevitable, eso será siempre. Fíjate, ya no tenemos más tiempo, pero tenemos todavía muchos temas que conversar. ¿Te parece si hacemos una segunda entrevista?
Jorge Carrillo: Claro, podríamos hacerla, no hay problema.
Pablo Salgado: Nos quedan pendientes también otras convocatorias, el tema de los CIA, los certificados audiovisuales, etcétera, y otros detalles. Además, porque tenemos una serie de preguntas que me gustaría también plantearte, que vienen desde los gestores, a través del WhatsApp y de las redes sociales. Así que si estás de acuerdo coordinamos una segunda parte de este programa.
Jorge Carrillo: Sí, con gusto Pablo, no hay problema. Más bien, para mí será un gusto poder seguir conversando de esto, para que se entienda cuál es la labor institucional que estamos haciendo.
Pablo Salgado: Muchas gracias por estar aquí y por aceptar esta invitación. También agradezco a todo el equipo que te acompaña por su presencia.
